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Foto del escritorInés Rivarola

Figuritas, mundial y crianza

Como todos sabemos, este año, más específicamente el 20 de noviembre, arranca la Copa Mundial de Fútbol y, como en todos los mundiales, Panini lanza un álbum. Se completa comprando paquetes de figuritas e intercambiándolas con familiares y amigos.


Este año, la emblemática tradición tuvo algunos traspiés, ya que, apenas salieron a la venta, se agotaron en casi todos los quioscos del país.

Esto generó múltiples emociones y conductas en las personas, como por ejemplo, algunos niños y adolescentes completaron el álbum en menos de una semana. En algunos puntos de venta se han llegado a vender 12 mil paquetes en menos de una hora. Se han visto filas de personas haciendo colas de 100 metros o más en quioscos y librerías, manifestando haber esperado más de media hora para llegar a comprar los paquetes. Hasta el gobierno llegó a discutir si la falta de stock de figuritas era un tema en su agenda.


Es por eso que intentamos buscar las respuestas a este fenómeno tan sorprendente y masivo que ocurrió en nuestro país…


¿Por qué se agotaron tan rápidamente las figuritas?

¿Por qué los niños quieren completar el álbum tan rápido?

¿Por qué les genera tanta ansiedad?

¿Por qué las figuritas se hacen tan “adictivas”?

¿Por qué hacemos tan largas colas para comprarlas?

El refuerzo positivo es la consecuencia de una conducta que hace que esta se repita y, cuanto más inmediato es el refuerzo, más probabilidades hay de que esto ocurra. Por ejemplo, si un niño pide que le compren un paquete y los padres se lo compran inmediatamente, el niño aprende que “si pide algo, se lo dan inmediatamente”. Entonces, esto lleva a que haya más probabilidades de que el niño siga pidiendo, y cuanto más refuerzan esa conducta, más se va a repetir.


La cuestión no está en que un niño solicite algo, sino en cómo lo pide, la inmediatez en la que lo quiere, la cantidad que solicita y en qué contexto lo hace.


Veamos esto con ejemplos: por un lado, tenemos un niño que acordó con su padre que todos los días después del colegio, le dará un paquete de figuritas. Un día, luego de un examen muy difícil, el padre felicita a su hijo por el esfuerzo y decide regalarle un paquete más. Por otro lado, tenemos un niño que solicita de manera diaria que le compren paquetes de figuritas, sin una cantidad previa establecida con sus padres. Un día al salir de su actividad deportiva, solicita que le compren más paquetes. Frente a la respuesta negativa, el niño comienza a elevar el tono de voz, se arroja al piso y comienza a patalear, y en consecuencia, los padres deciden comprarle los paquetes.


El punto que buscamos resaltar, es que nosotros como adultos seamos los que controlemos la situación, y no que la situación nos controle a nosotros. Ahora que comprendemos un poco mejor de qué se trata el refuerzo positivo, podemos entender que el niño nos pida “más”. La cuestión está en cómo nosotros manejamos y respondemos a esa situación. Para ello les dejamos una de las herramientas fundamentales en la crianza: El modelado.


Los niños son como esponjas, absorben todo lo que ven y escuchan. Los adultos que rodean a este niño, tienen una gran responsabilidad, ya que todo lo que hacen y dicen (expresiones faciales, tono de voz, gestos, palabras) es observado y absorbido por los más pequeños, es decir, que con nuestro accionar, vamos modelando a nuestros hijos.


Por ejemplo, si en casa los papás tienen un modelo de enseñanza donde “todo es peligroso”, lo más probable es que el niño sea más miedoso. Si los padres se comunican con un tono de voz elevado, lo más probable es que los niños hablen con un tono de voz elevado. Acá es donde podemos observar el poder del modelado. Entonces, si queremos enseñarles a los niños a aprender a tolerar la espera o la frustración, lo primero que tenemos que hacer, es aprender a hacerlos nosotros mismos, para luego poder moldearlo con el ejemplo. Por lo que los invito a preguntarse: ¿Escuchan los audios en 2.0? ¿Cuánto toleran esperar en una sala de espera? ¿Cómo se muestran al manejar un auto? El desafío está en hacer de estas situaciones de la vida cotidiana una oportunidad de modelado hacia nuestros hijos.

Entonces, en primer lugar, los invitamos a observar sus emociones y a aprender a regularlas, y especialmente, los invitamos a observar nuestra capacidad de tolerancia a la espera.


En segundo lugar, no reforcemos esta conducta comprando más y más paquetes, entregándoles diariamente de manera inmediata y desmedida.


Por último, les proponemos transformarlo en un espacio para compartir en familia y modelar conductas en sus hijos. Pueden utilizar diferentes estrategias como, por ejemplo, planificar en familia momentos en los que se entregarán los paquetes, siendo importante que puedan cumplir con lo pautado, para generar hábitos y además para mostrar que “lo que se planifica, se cumple”; entregar y abrir los paquetes en familia, armar el álbum, puede ser una gran oportunidad para compartir tiempo placentero juntos (que muchas veces, con la rutina diaria, es difícil de encontrar); o, entregar más paquetes de lo establecido solo en ocasiones especiales o, luego de actividades que impliquen mucho esfuerzo para sus hijos, sin importar el resultado de las mismas.


Como padres, tenemos una poderosa herramienta a disposición; ¡los animamos a usar el poder del modelado!



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