Es la dificultad que presentan algunas personas, sin importar su edad, para gestionar las diferentes emociones, respondiendo a ellas de manera poco adecuada al contexto. Según Marsha M. Linehan, es el resultado de una vulnerabilidad emocional y la inhabilidad para regular las emociones.
PERO, ¿QUÉ SIGNIFICA TODO ESTO?
Todos los seres humanos somos sensibles a las emociones, las mismas nos brindan información acerca del ambiente, y de lo que nos ocurre internamente. Además, nos ayudan a organizarnos y motivarnos para actuar. Sin embargo, existen algunas personas cuyo umbral es especialmente bajo, y ante algún estímulo emocional reaccionan de manera muy intensa y presentan dificultades para volver a la calma rápidamente. Asimismo, suelen carecer de herramientas efectivas para regular las emociones de manera adecuada.
Cuando un niño, niña o adolescente sufre desregulación emocional suele presentar dificultades tanto en su ámbito social, familiar y escolar.
Pedro se enoja porque no pudo terminar su tarea de matemáticas. Termina gritándole a su profesora y a sus compañeros. Por eso, lo envían a dirección. María está muy triste porque no la dejaron salir a bailar con sus amigas. Termina rompiendo las cosas de su cuarto, y se pelea con sus amigas.
¿QUÉ LE SUCEDE AL JOVEN QUE SUFRE DESREGULACIÓN EMOCIONAL?
La mayoría de las personas que sufren desregulación emocional suelen describir una experiencia interna de extrañeza, inadecuación y desesperación. Normalmente dicen que se sienten poco comprendidos por los adultos y compañeros, y esta sensación de “falta de pertenencia” puede llevar a que se aíslen de su ambiente.
Así mismo ante la presencia de una emoción suelen buscar una manera rápida de “aliviar” el malestar que les genera, ensayando diferentes respuestas, desde conductas impulsivas hasta conductas evitativas. Lo que suele pasar con estas respuestas es que, a corto plazo, son eficientes, es decir, la persona se siente menos agobiada por la situación, pero a largo plazo, daña o pierde algo valioso (juguetes, amistades, materias del colegio etc).
Mariana está celosa porque su novio Juan, tiene una reunión con sus amigos. Comienza a llamarlo y escribirle todo el tiempo. Cuando le atiende, le comienza a gritar e insultar hasta que corta la llamada.
A corto plazo Mariana se siente “aliviada y descargada” con todo lo que le dijo, pero a largo plazo, la relación con Juan comienza a desgastarse dudan si seguir juntos.
¿QUÉ SUCEDE CON LOS FAMILIARES Y ALLEGADOS?
Los cuidadores primarios suelen sentirse desesperados y angustiados porque no saben cómo ayudar al niño o niña o adolescente, sumado a que suelen interpretar las acciones como “manipuladoras” o “caprichosas”. Esto conduce a que los cuidadores, muchas veces, en el afán de ayudarlos puedan terminar empeorando la situación o reforzando la conducta.
Marta, mamá de Julieta (15 años), nota que su hija está nerviosa e inquieta. Intenta entender qué le pasa y la sigue por toda la casa preguntándole qué le sucede y dándole diferentes hipótesis acerca de su estado actual. Julieta termina encerrándose en su pieza gritando “nadie me entiende” y golpeando sus cosas. Juan (8 años) y su padre están en el quiosco. Juan le pide a su padre que le compre un autito de carrera. Le dice que no, entonces Juan comienza a gritar y patalear, hasta que su padre accede a comprar el juguete y lo consuela.
¿QUÉ PODEMOS HACER?
La evidencia muestra que los tratamientos cognitivos conductuales son sumamente efectivos. Los mismos consisten en tratamiento psicoterapéutico individual, farmacológico (de ser necesario) y, en algunos casos, pueden incluir grupo de habilidades. Asimismo, tratamiento para la población infanto-juvenil incluye entrenamiento padres o cuidadores, ya que ellos son las personas que pasan mayor tiempo con los jóvenes y, como vimos en los ejemplos anteriores, es sumamente importante que aprendan a cómo manejar las situaciones de desregulación de manera que no escalen en magnitud e intensidad y, sobre todo, que no se perpetúen en el tiempo.
Durante la terapia individual, la persona aprende a identificar sus emociones, cómo se experimentan internamente, que las desencadena y cuál es el impulso de acción de las mismas. Por ejemplo, es esperable que, ante el miedo, nuestro cuerpo quiera huir y evitar, ante la tristeza a aislarse y ante el enojo atacar. Para ello el organismo experimenta una serie de cambios fisiológicos que lo preparan para la acción.
Juan insulta a un ser querido de Pedro (desencadenante). En ese momento, Pedro siente cómo todo su cuerpo se comienza a tensionar, se le cierran los puños, le sube la temperatura corporal y comienza a transpirar (experiencia interna). Su cuerpo le pide que actúe y ataque a Juan (impulso de acción). Pedro tiene dos caminos: responder al impulso de la emoción, o buscar alguna estrategia para disminuir la intensidad.
Así mismo, el tratamiento también consiste en aprender una serie de habilidades para lograr tolerar (habilidades tolerancia al malestar), regular (habilidades regulación emocional), aceptar (habilidades Mindfulness) y comunicar asertivamente (habilidades interpersonales) las emociones.
¿EN QUÉ CONSISTEN ESTAS HABILIDADES?
En líneas generales, estas habilidades pueden dividirse en: habilidades de mindfulness, que enseñan a cómo observar y experimentar la realidad tal como es, y vivir el momento siendo efectivos; habilidades de efectividad interpersonal, donde se aprende a cómo manejar los conflictos con otras personas de manera efectiva, mantener y mejorar las relaciones; habilidades de regulación emocional, que ayudan a cambiar las respuestas emocionales y; habilidades de tolerancia al malestar, que permiten tolerar y sobrevivir a las situaciones de crisis emocional sin empeorar el momento.
Si Pedro en lugar de haber actuado como lo hizo, hubiera usado la habilidad ACCIÓN OPUESTA (habilidad de regulación emocional), podría haber identificado su emoción, verificado los hechos, consultado a su mente sabia, y haberse tomado un tiempo actuando amablemente para luego realizar una RESOLUCIÓN DE PROBLEMA (habilidad de regulación emocional). De esta manera el vínculo con su docente y amigos seguiría intacto, se ahorraría ir a la dirección y posiblemente una llamada de atención de sus padres. Si María hubiera pedido a sus padres de manera asertiva a través de un DEAR MAN (habilidad de efectividad interpersonal) permiso para ver a sus amigas, podría haberlo conseguido o, bien, negociado salidas futuras; mientras que esa noche hubiera podido CALMARSE a través de los SENTIDOS (habilidad de tolerancia al malestar).
EN CONCLUSIÓN
Las emociones son parte de la vida diaria y así queremos que continúen. Cuando una persona, en este caso niño, niña o adolescente es especialmente sensible a ellas comienza a buscar formas y estrategias para intentar no sentirlas o bien aliviarse cuando las percibe. Cuando estas estrategias no son las adecuadas al contexto, comienzan a interferir en la vida cotidiana y lo que suele pasar es que, tienden a repetirse más seguido y en mayor magnitud, y es allí cuando los cuidadores comienzan a recibir llamados de colegio, notan más discusiones en la casa, peleas o distanciamiento del grupo de pares, etc.
Si notas que esto le puede estar sucediendo a algún niño, niña o adolescente a tu cargo, no dudes en hacer una consulta, para realizar un correcto diagnóstico situacional y abordaje.
Comments